ecuerdo pasar el rato en las arenas de conciertos locales durante seis o siete horas antes de un espectáculo para hacerme amigo de los roadies. Con un pase entre bastidores en la mano, vendería mis guitarras a las estrellas. Una noche de cada diez haría una venta. Carlos Santana, Al Di Meola, Howard Leese y otros jugadores conocidos acordaron revisar uno. Hice tratos. Si alguien me hiciera un pedido, hiciera un depósito y luego no le gustara la guitarra terminada, le devolvería el depósito aunque no pudiera pagar el alquiler al día siguiente.

Después de obtener un pequeño número de seguidores y pedidos de más de 50 guitarras, construimos dos prototipos. Las puse en el asiento trasero de mi camioneta y llamé a los distribuidores de guitarras de toda la costa este. Después de muchos días y muchos kilómetros, volví con suficientes pedidos para montar una empresa.

Hemos recorrido un largo camino, con un crecimiento constante en la capacidad de la fábrica, los empleados, la distribución y la cantidad de artistas destacados que utilizan nuestros instrumentos. No nos detendremos aquí. Cada centímetro de su guitarra PRS se basa en décadas de pruebas, replanteamientos y reinvenciones. Seguimos empujando la curva más allá de lo que otros considerarían la perfección. Con expertos para asegurarse de que la tecnología sea insuperable y artesanos dedicados que garantizan un producto terminado que no puede dejar. No hacemos concesiones. Esa es la historia del comienzo del viaje. No tan corto, pero muy dulce. ¿La moral? Cree en tus sueños.

- Paul Reed Smith, 1992